Septiembre, un mes de nuevos comienzos, de reencuentro con los amigos, de recuperar hábitos y seguir creciendo. Sin duda alguna un mes clave a nivel familiar y que requiere mucha preparación: compra de libros, revisar uniforme, reponer lo que está roto o ya no viene bien, reunión de inicio de curso, preparar el material, acabar las tareas del verano…Un inicio de mes bien movido para los padres que provoca que muchas veces nos olvidemos de incluir en esta lista de material escolar una herramienta fundamental para nuestros hijos y que no puede faltar en la vuelta al cole: unos ojos sanos.

La salud visual de los niños es muy importante

El 80% de toda la información que recibimos nos llega a través de la vista y además 1 de 3 casos de fracaso escolar están relacionados con una mala visión. Datos más que suficientes como para darle a la vista la importancia que se merecen y realizar revisiones periódicas a los más pequeños. Sin embargo, algo que muchas veces descuidamos. La vuelta a las aulas supone el dejar atrás los largos días de verano al aire libre, los horarios más flexibles, las actividades lúdicas y pasar a estar concentrados, entre 4 paredes, con luz artificial y un enfoque continuo de la visión. Un cambio que nos afecta a todos independientemente de la edad y para el cual tenemos que tomar ciertas medidas.

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Consejos visuales para la vuelta a clase

    • En la infancia el sistema visual aún se está desarrollando. Por ello, como primer consejo, insistimos en la necesidad de realizar una revisión visual anual a ser posible al comienzo de cada curso. Y en caso de niños con prescripción o terapia visual en curso, también durante las épocas de mayor presión escolar como suele ser entre el 2º y 3º trimestre cuando ya llevan acumuladas muchas horas lectivas y así asegurarnos que no ha habido desviaciones durante el curso y que sus capacidades visuales se están desarrollando correctamente.
    • Descansos periódicos. La hora del patio, el cambio de clase o profesor, el momento de relajación que cada vez más escuelas están incorporando. Todas estas pausas favorecen a la relajación del ojo disminuyendo la fatiga y acomodación visual. A la salida del cole y en casa, es importante también realizar pausas periódicas. Por ejemplo, parar para merendar y mirar por la ventana o salir al balcón mientras hacen los deberes. O si están en el ordenador o tablet proponerles practicar un simple juego de pestañeo invitándoles a ver cuántas veces consigue pestañear en 30 segundos y así provocar que desconecte de la visión sobre el monitor y recupere hidratación ocular (las pantallas resecan el ojo).
    • Higiene visual. En este caso introducimos un concepto más global de educación que concierte tanto a padres como escuela. Es muy importante mantener una buena postura a la hora de estudiar. No torcer la cabeza, mantener la distancia adecuada entre ojos y libro/ordenador, disponer de una iluminación correcta combinando luz indirecta y de mesa.
    • Limitar el uso de pantallas. La tecnología es algo que acompaña a nuestros hijos, muchos de ellos nativos digitales que desde nacimiento han convivido con tablets y móviles. A todos nos resulta gracioso ver como un niño que empieza a caminar se dirige a la televisión y con un dedo intenta cambiar de pantalla. O una niña al ver una película en la televisión y querer ir al baño te dice “¡párala!” pensando que al igual que en netflix puede ver televisión a la carta. Para ellos los monitores son algo normal en sus vidas y forman parte de su juego en muchas ocasiones. No obstante, el ojo sufre más frente a la pantalla por lo que es importante poner un horario y normas de uso. En primer lugar, mantener una distancia no acercándose demasiado a ellos. En segundo, verlos con luz ambiental y no totalmente a oscuras. Tercero, ajustar adecuadamente los niveles de contraste y brillo para no forzar la vista. Y por último, si por temas de estudio o personales han de pasar muchas horas frente a una pantalla, aunque no lleven graduación es recomendable usar una gafa con filtro azul para minimizar la fatiga y el estrés visual.
    • Hábitos de vida saludable. Más allá de las medidas preventivas y ejercicios oculares hay un factor clave que afecta a las personas de manera holística. Comer sano, realizar deporte y dormir un mínimo de 8 horas (10 en los más pequeños) son factores que afectan a nuestro bienestar y juegan un papel importante para nuestra salud, visual y general.

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Como saber que mi hijo necesita gafas

Muchas veces es difícil, sobre todo en edades tempranas, distinguir si una dificultad de aprendizaje está relacionada con la vista o no.

Recomendamos acudir a un pediatra o un oftalmológico en los primeros 3 años de vida

Hasta los 3 años es realmente complicado pues los niños tienen una gran elasticidad visual y aunque necesiten corrección y no lo sepamos todavía, es realmente difícil averiguarlo debido a esta capacidad de enfoque superlativa que con el paso del tiempo vamos perdiendo. De hecho, este es nuestro caso. Nuestra hija Mónica ahora tiene 7 años y está a punto de empezar segundo de primaria. Lleva gafas desde los 3 años. En su caso, fue el pediatra con una prueba de detección temprana cuando a los 2 años ya nos alertó de que si a los 3 años los baremos no se corregía sería una niña que necesitaría gafas. Nunca lo hubiese dicho pues por la calle señalaba todo y lo reconocía sin dificultad. Sabía bien las formas y te las nombraba estando a largas distancias.

Recuerdo un día estar en un lago y ver un pato casi imperceptible a muchos metros de nosotros y decirme “¡mira!” ¿cómo podríamos pensar que tenía problemas visuales? Nada lo indicaba y es que esa es la elasticidad del ojo infantil, cuando lo requieren su visión se agudiza al máximo y no somos conscientes del sobre esfuerzo que están realizando. De ahí la importancia de la prueba de detección temprana por parte del pediatra.

Es sobre todo con la escolarización cuando más se detecta el problema. Al inicio podemos pensar que a nuestro hijo/a le cuesta leer. Que lo suyo no son las letras, que gira la D, E, L (o el 2, 3 y el 5) porque le cuesta y confunde la R o la P por que se parecen y es normal. Claramente al principio todo cuesta y cada niño/a tiene su ritmo. Pero hacia finales del primer trimestre los problemas más básicos deberían estar superados y si persisten seria el momento de ampliar posibilidades. A no ser que su profesor/a ya nos indique antes que es necesario chequear su vista pues muchas veces son ellos los que antes se percatan. Y es normal, tratan con muchos de niños a diario y pasan con él varias horas, pudiendo observar cómo va reaccionando su ojo a medida que se fatiga, por lo que la solución fue ponerla gafas graduadas para niños.

Indicios comunes de perdida de visión en un niño

Los indicios más comunes que nos pueden alertar que nuestro hijo necesita gafas o terapia visual son:

    • Falta de capacidad para distinguir las letras más pequeñas.
    • Saltarse líneas al leer o necesitar seguir la lectura con el dedo.
    • Falta de comprensión del texto.
    • Pérdida de nitidez tras una lectura prolongada y constante.
    • Falta capacidad de respuesta inmediata a los cambios de enfoque. Ejemplo: leer bien de cerca y levantar la mirada y tener problemas para leer de lejos: Ver borroso, sentir mareo, necesitar fruncir el ceño para enfocar o unos segundos de adaptación.
    • A nivel físico: síntomas como dolores de cabeza, escozor, dolor ocular, enrojecimiento de los ojos, frustración, fatiga constante, parpadeo o lagrimeo excesivo, guiñar o desviar un ojo ocasionalmente.

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Gafas de niño graduadas: qué tener en cuenta

En el caso de que tu hijo/a deba llevar gafas, hay ciertas cosas que hay que tener en cuenta y la primordial es ¡que le gusten! Tal vez no es la respuesta que esperabas, pero tiene sentido. ¿tú llevarías sobre tu rostro una gafa que no te gusta o que te molesta 12 horas al día?

Muchos niños en edad más temprana perciben a la gafa con un enemigo (peor todavía si va acompañado de parche ocular). De repente van a ser los diferentes de la clase y se van a tener que acostumbrar a llevarlas puestas todo el día formando parte de su personalidad y rutina (ponérsela y quitársela para dormir, al ir a la piscina, a las camas elásticas). Por lo tanto, lo primero que hay que conseguir es que se sienta cómodo/a con la elección de su montura involucrándose en la decisión y estando seguros que se siente bien con ellas.

Las gafas de niño graduadas han de ser cómodas

Y claramente después de haber conseguido la actitud adecuada al tema es el momento de pensar en el material y la forma. El material va a depender mucho de la edad del niño. Cuanto más pequeño y travieso más cuidado en la elección pues vamos a tener que optar por monturas resistentes de silicona o bien acero con memoria que permite abrir las varillas sin que se deformen y que son muy ligeras. Hay que tener en cuenta el tipo de rutina y comportamiento de nuestro pequeño para optar por la mejor elección en este sentido.

Es un niño/a que no para de correr, trepar, hacer volteretas o es tranquilo/a. Es un destroyer o le duran los juguetes. Para un niño de 3-7 años en muchas ocasiones, y hablamos por experiencia, su gafa es el primer elemento que sale volando cuando se enfada. Y no por la frustración, que también, sino por las lágrimas; la lente se moja y tienen la necesidad de abrazarte sin clavarse la montura y limpiarse la cara. Por lo tanto, hay que pensar en si nuestro hijo es susceptible o no, es propenso a enfados y tirar las cosas y en definitiva analizar un poco su día a día para tomar la mejor decisión.

La forma y tamaño correcto de las gafas graduadas de niño

Y en cuanto a la forma, va a depender del tamaño de los ojos y el puente pues necesitaremos unas gafas que cubran bien su campo visual y se asienten cómodamente en su nariz. Una vez puestas y ajustadas correctamente a sus orejas, su ojo debe quedar centrado en la lente pues si le quedan muy bajas o altas provocaremos que no mire recto y tenga que desviar el ojo para buscar la parte más amplia de la lente.

Un buen consejo en el momento de estar probándose las monturas es hacerles fotos con cada una de ellas pues en muchas ocasiones se cansan durante el proceso y no quieren volver a probarse la gafa. Así, revisando el carrete y mirando las fotos podemos analizar junto con el óptico cual es la mejor opción y finalmente pedirle que se vuelva a probar las monturas finalistas.

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Septiembre 2016. Nuestra hija Mónica en su primer día en el “cole de grandes” preparada para empezar P3.